En esta ocasión, me he decantado por un plato ligero con
un toque agridulce para poder degustar el bacalao de una manera diferente. No
os defraudará.
¿Qué necesitamos? En este caso, es para dos personas.
-Dos lomos de bacalao.
-Una cebolla grande.
-Cuatro dientes de ajo
-500 gr de tomates que sean carnosos
-Dos patatas medianas
-Dos patatas medianas
-60 gr de azúcar
-100 ml de vinagre de jerez
-Jenjibre
-Tomillo
-Una hoja de laurel
-Sal
-Pimienta
-Aceite de oliva
¿Cómo se hace?
Pelamos y cortamos las patatas en rodajas finas. Las colocamos sobre una
bandeja, las rociamos con un poco de aceite y las introducimos en el horno a
fuego medio-bajo para que se vayan haciendo poco a poco.
Cortamos y troceamos la cebolla y la sofreímos. A continuación, añadimos un
diente de ajo también troceado y un poco de jengibre. Removemos y vigilamos que
no se queme el ajo. Agregamos entonces los tomates cortados en trocitos
pequeños y dejamos cocer hasta que pierdan su agua y se empiece a formar una
pasta.
Añadimos a continuación, el vinagre y el azúcar y lo removemos hasta
disolver e integrar bien todos los ingredientes. Dejamos cocer a fuego lento y
seguimos moviendo la mezcla para evitar que se pegue. Cuando haya perdido todo
el líquido, salpimentamos y dejamos en el fuego muy bajo.
Para hacer el pescado, ponemos en una cazuela con aceite los dientes de ajo
restantes, los lomos de bacalao, la hoja de laurel, el tomillo y la pimienta.
Tapamos y dejamos cocer a fuego muy bajo durante 4-5 minutos.
Cuando esté listo el bacalao, podemos comenzar a emplatar.
Colocamos las patatas en una parte del plato y sobre ellas, el bacalao y los
ajos. A un lado, servimos la salsa agridulce de tomate o chutney y a comer!